Fuente Original: https://bit.ly/2BfEZ0B
LEYENDA
Cuenta que El Holandés Errante, un buque de varios mástiles y amplio velamen, navegaba por la zona del Cabo de la Buena Esperanza cuando fue sorprendido por una tremenda tormenta. La tripulación le solicita al capitán buscar refugio en el puerto más cercano. Este se niega. Se burla de sus marineros y declara no temer a nada ni a nadie. La tempestad empeora y el capitán reta a que Dios hunda su barco. En ese momento, una figura luminosa aparece en cubierta. Todos en el barco tiemblan de terror en tanto que el capitán saca una pistola y le dispara gritando: «¿Quién quiere un viaje tranquilo? Yo no. No te pido nada. Desaparece o te vuelo los sesos». La misteriosa forma le lanza la siguiente maldición: «Hiel será tu bebida y hierro candente tu comida. De tus tripulantes sólo conservarás un grumete, al cual le nacerán cuernos, tendrá hocico de tigre y piel de perro marino. Y como te agrada atormentar a tus navegantes, serás su azote, pues te convertiré en el espíritu maligno del mar y tu buque acarreará la desgracia a quien lo aviste».
Entonces el Holandés Errante se transformó en sinónimo de malos augurios, desastre y muerte. Decían que verlo atraía el infortunio. Que los barcos encallaban en bajíos inexistentes, o quedaban varados en calmas aguas en pleno océano, condenando a la tripulación al hambre y la sed. A las anteriores calamidades se les agregó la extraña capacidad que el buque fantasma tenía de anunciar su llegada, agriando el vino y pudriendo el agua y las legumbres de las bodegas; alterando a su antojo su apariencia y, en ocasiones, acercarse al costado de los barcos entregando cartas a los marineros. Claro que, si alguien las leía, el navío jamás regresaba a puerto.
La revista inglesa fue uno de los recopiladores de una tradición oral que se supone tiene como base una historia real, aunque deformada por la imaginación y el tiempo.
LEYENDA ORIGINAL Y DETALLES
Debido a su popularidad a través del mundo, las versiones sobre esta leyenda son innumerables. Se dice que la versión original comenzó entre 1641 y 1680 con el capitán de un barco holandés llamado Willem Van Der Decken, quien hizo un pacto con el Diablo para poder surcar los mares siempre sin importar los retos naturales que le impusiera Dios en su travesía.
A pesar de su pacto, Dios se enteró de lo sucedido puesto que es omnisciente, y como castigo lo condenó a navegar por el resto de la eternidad sin rumbo y sin la posibilidad de tocar tierra. De ahí el nombre "el Holandés Errante".
Según se dice, Bernard Fokke (capitán holandés del siglo XVII) sirvió como fuente de inspiración para la leyenda. Se cuenta que fue célebre por la extraña velocidad que su crucero alcanzaba en las travesías entre Holanda y Java. Debido a esto es que se sospechaba que había hecho un trato con el demonio. En algunas versiones del mito, el capitán recibe el nombre de Falkenburg.
En la versión de Marryat, se le da el nombre de Van Der Decken que significa "en cubierta", mientras que en la versión de Washington Irving recibe el nombre de Ramhout Van Dam. Entre distintas versiones, no se ponen de acuerdo si llamar Holandés Errante al barco o al capitán.
Así mismo, se dice que el capitán juró, haciéndole cara a la tormenta, que no descansaría hasta doblar el cabo de Buena Esperanza, incluso si le tomase hasta el día del juicio final hacerlo. También se habla de un horrendo crimen cometido dentro del barco, incluso de una terrible epidemia que infectó a la tripulación por completo; de esta forma se le da explicación a que no podían desembarcar en ningún puerto, nadie se lo permitía debido a la enfermedad que portaban.
REGISTROS DE LA LEYENDA
Hay muchos sucesos registrados acerca del avistamiento de este buque fantasma, pero quizás el más conocido es el del Bacchante, en 1881. Estas son las reseñas que se encontraron en el diario de un buque inglés:
«A las cuatro de la mañana el Holandés Errante se cruzó por delante de nuestra proa. Una extraña luz roja, como de barco fantasma, brillaba por todas partes, y en medio de ella resaltaban claramente los mástiles y velas de un bergantín a unas doscientas yardas de distancia. El vigía del castillo de proa lo divisó por el lado de babor y el oficial de guardia también lo vió claramente desde el puente, así como el guardiamarina, que fue enviado al castillo de proa. Para cuando llegó no podía verse vestigio ni señal alguna de ningún barco ni cerca ni lejos en el horizonte; la noche estaba clara y el mar en calma. En total lo vieron treinta personas. Pero no se pudo averiguar si se trataba de Van Diemen o El Holandés Errante, o quién. El Tourmaline y el Cleopatra, que navegaban a estribor nuestro, nos hicieron señales preguntándonos si habíamos visto esa extraña luz roja»
Citado por Wilbur Bassett en el libro Wanderships - Folk Stories Of The Sea
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