Los fantasmas (del griego φάντασμα, "aparición"), en el folclore de muchas culturas, son supuestos espíritus o almas desencarnadas de seres muertos (más raramente aún vivos) que se manifiestan entre los vivos de forma perceptible (por ejemplo, tomando una apariencia visible, produciendo sonidos o aromas o desplazando objetos —poltergeist—), principalmente en lugares que frecuentaban en vida, o en asociación con sus personas cercanas.
Quienes dicen haberlos visto los describen como siluetas o sombras
monocromas, por lo general oscuras o blanquecinas, más bien difuminadas,
nebulosas o antropomórficas, de carácter inmaterial y trasparentes, que
flotan y pueden no estar completas o no tener rasgos definidos ni
rostro; pero también y más raramente aparecen opacos, de cuerpo entero y
con apariencia humana normal. Algunos estudiosos relacionan fantasmas y
espectros con las esferas de luz u orbes, que han sido filmados saliendo o entrando a través de paredes; en realidad, podría tratarse de rods, artefactos, motas de polvo, insectos o ilusiones ópticas producidas por retrodispersión, pareidolia, apofenia o cualquier otro prejuicio cognitivo.
Algunos parapsicólogos han documentado que la aparición del fantasma
no suele sobrepasar una fracción de segundo o a lo más dos o tres
segundos, raramente más; en los momentos previos constatan que se
produce alguna forma de entalpía
por la cual la temperatura baja sensiblemente antes de alguna
manifestación sensible (desplazamiento de objetos, ruidos, fenómenos
electrónicos de voz, visualizaciones); pueden acompañarlos aromas
penetrantes, golpes, ruidos (generalmente pasos), música o voces que
pueden grabarse magnetofónicamente (los llamados fenómenos electrónicos de voz, mal llamados psicofonías),
aunque cada uno de estos fenómenos puede darse también separada y
aisladamente. Su aparición provoca a veces en los seres humanos
decaimiento, opresión o cefalea y en el momento de su manifestación
estos parapsicólogos documentan una carga electromagnética inusual que
puede producir de forma natural los trastornos señalados anteriormente.1
Se afirma también que en los lugares que frecuentan los fantasmas a
menudo se descargan las baterías de los aparatos eléctricos destinados a
captarlos o se apagan las luces, lo que se debería a que la fantasmogénesis provoca dicha citada entalpía electromagnética (el fenómeno absorbe, y menos frecuentemente expulsa) una cierta energía cinética
(en forma de frío o calor o movimiento de objetos) o electromagnética, o
está relacionada de algún otro modo con distorsiones en diversos tipos
de energía por medio de witricidad inversa. En este sentido, algunos experimentos, como los diseñados por el doctor Michael Persinger, han logrado reproducir "presencias" (o más bien tulpas o ideoplastias) por medio de leves corrientes electromagnéticas sobre el lóbulo temporal del cerebro y han intentado relacionarlas con entornos geológicos concretos de materiales transductores y fenómenos como la piezoelectricidad.
Comprobaciones experimentales aseveran una correlación cuantitativa
cierta entre el volumen de energía electromagnética ambiental
(tormentas, viento fuerte, líneas de alta tensión) y fantasmogénesis.
Asimismo, parece existir una cierta relación entre la existencia
geológica subterránea de materiales dieléctricos y la presencia de estos fenómenos, cuyo comportamiento simula el de ondas evanescentes de plasmones reflejadas por witricidad, es decir, uno de los tipos de plasma frío o estados de agregración de la materia.
Sin embargo, este tipo de causa no explicaría la infinidad de casos
documentados a lo largo de la historia en los que los testigos afirman
haber reconocido los rasgos de la supuesta aparición ni aquellos en los
que la presencia ha sido fotografiada o grabada, quedándose en una
explicación complementaria a otras psicológicas, sociológicas e incluso
de tipo paranormal.
Con fundamento en estas investigaciones, algunos mecanismos
tecnológicos han sido diseñados para transformar estas distorsiones
electromagnéticas en sonido, con la sorpresa de que se reproduce un
lenguaje humano coherente y consciente, que responde a preguntas, acaso
con origen en el propio cerebro humano de quienes se hallan presentes
interactuando con el fenómeno. Aseguran también que es hecho muy
frecuente y previo a la constitución del fenómeno un cambio físico o
psíquico importante en el entorno en que se manifiesta; el más corriente
son obras de reforma de una casa antigua, un nuevo habitante en la
misma, etcétera. Si se trata de un cambio anímico, suele ser un hecho
emotivo y/o trágico: el fallecimiento o nacimiento reciente de un
familiar, un cambio hormonal (adolescencia, climaterio, menopausia),
algo en todo caso emocionalmente relevante. En ese caso se habla de las
llamadas apariciones críticas. Otras veces concurren ambas circunstancias.
Los fantasmas se aparecen siempre en el mismo lugar que habitaba o
frecuentaba la persona con que se asocia o bien en el lugar en que tuvo
una muerte violenta. Por eso es posible formular la hipótesis de que quizá estén asociados a algún tipo de lo que se ha descrito como memoria celular, algo muy discutible y quizá un posible factoide.
Por otra parte, y en unos pocos casos, pueden trasladarse a otro lugar,
pero siempre asociados a alguna persona relacionada con ellos.
Más allá de la habitual conjunción de alucinación y superstición
que suele explicar mayoritariamente casi todas las manifestaciones del
fenómeno, las formas ópticas del mismo han sido recogidas por medio de
cámaras fotográficas y vídeográficas de distinto tipo, desde las
comerciales hasta las termográficas. El fraude y la falsificación
de estos documentos o su dudosa interpretación, especialmente factible
por medio de la manipulación informática, es tan frecuente en este campo
que el especialista suele enfrentarse de forma más que escéptica ante
este género de testimonios. Sin embargo, es posible hacer una tipología
de estos documentos atendiendo a la configuración visual de los mismos:
- 1. Artefactos (polvo, insectos, rods) producidos por backscatter o retrodispersión (cámaras compactas con flash demasiado cercano al objetivo) o efecto retrorreflector, aberraciones o ilusiones ópticas, fraudes y sugestiones o pareidolias.
- 2. Orbes y masas de luz.
- 3. Trazos de luz.
- 4. Nieblas.
- 5. Sombras.
- 6. Siluetas.
- 7. Huellas termográficas.
- 8. Expresiones escritas.
- 9. Transparencias.
- 10. Movimientos aparentemente inexplicables.
Como las leyendas
etiológicas, los fantasmas se creen ligados a un lugar, aunque en
ocasiones se asocian a personas que "se los han llevado" consigo,
frecuentemente contra su voluntad. Se afirma que algunas veces han sido
vistos y grabados traspasando muros sólidos, y que algunos pueden mover o
transportar objetos de leve peso, pero siempre por poco tiempo.
Supuestamente, obedecen a las leyes de la perspectiva según el punto del
espacio desde el que se los contempla; muchos parecen sólidos y opacos,
por lo que pueden ser filmados, se reflejan en los espejos y producen
ruidos sincronizados con sus movimientos (pasos, etc). Generalmente dan
la impresión de ser tan reales como las personas vivas, aunque sólo
durante un periodo de tiempo muy breve.
Ciertas personas, los llamados clarividentes, médiums, ashanes o chamanes, dicen observarlos con frecuencia o poder comunicarse con ellos; asimismo prácticas conocidas como la canalización mediúmnica y la necromancia o nigromancia
aseguran poder hacer que los muertos se encarnen otra vez brevemente.
Según qué tradición, los fantasmas aparecen con distinto atavío, más o
menos relacionado con su muerte (el clásico de la literatura occidental
es el sudario o sábana mortuoria); el momento difiere, aunque la
tradición habla de la puesta de sol, de medianoche, de la luna llena, de
una hora fija o de una fecha determinada, por lo general aniversario de
su muerte, o de noche; sin embargo hay también apariciones poco
puntuales que "se manifiestan" de forma imprevista e imprevisible en
cualquier punto, incluso a mediodía. Los parapsicólogos los clasifican
en residuales y conscientes; los residuales son como fósiles visuales o
sonoros que repiten siempre lo mismo, se aparecen periódicamente y
parecen ajenos a quienes los ven: su actitud no es comunicativa ni
necesitan la presencia de seres humanos para manifestarse, por lo que a
veces han sido grabados por cámaras de vigilancia sin presencia humana
alguna; los conscientes poseen actitud comunicativa y pueden interactuar
con los vivos, pero lo corriente es que terminen siendo esquivos y
huidizos, ya que su manifestación visible es siempre discontinua y nunca
se prolonga largo tiempo; podría decirse que los seres vivos les
producen un miedo o angustia similar al que producen ellos a los seres
reales. Solo unos pocos pueden ser evaluados por sus testigos como
abiertamente benéficos, malignos o suplicantes; la mayoría se muestra
indiferente, o eso parece indicar su característico fragmentarismo. Esta
circunstancia y la universalidad del fenómeno quizá pueda deberse a
algún tipo de disrupción reguladora antropológica, individual o
colectiva (inconsciente colectivo), por lo que podría existir alguna correlación neural o cerebral censora o restrictiva de origen humano o cultural.
Algunas ceremonias, como por ejemplo los exorcismos,
realizados por un sacerdote de una religión cualquiera, católica,
judía, budista o animista, se atribuyen el poder de alejarlos durante un
tiempo o definitivamente.
Los estudiosos del fenómeno afirman que existen también fantasmas de personas vivas (bilocación, doppelganger, fetch...) y documentan también la aparición de fantasmas de animales (por ejemplo el Perro negro, el Dip, la Pesanta o el Cadejo, entre otros), barcos, trenes, aviones, casas y pueblos fantasmas e incluso objetos fantasmas, como los tsukumogami japoneses o los domésticos de parasoles (karakasa) y linternas (chōchinobake).
Pueden aparecerse solos, lo que es lo más corriente, o formando
grupos, incluso numerosos. Su manifestación en algunos casos es anuncio o
aviso de algo positivo o funesto por ocurrir. También los hay de carne y
hueso y con carnet de identidad: en 1937 la folclorista estadounidense Zora Neale Hurston escuchó en Haití el caso de Felicia Félix-Mentor, fallecida y enterrada en 1907 y viva aún treinta años después como zombi semiconsciente a causa del habitual uso en el animismo vudú de dosis semiletales de drogas/veneno como tetrodotoxina, estramonio o datura que provocan por anoxia parálisis temporal y locura permanente. Otras alucinaciones visuales o auditivas provocadas por enfermedades como la esquizofrenia o por las drogas (flash recurrentes de LSD, por ejemplo), o bien las falsas resurrecciones espontáneas causadas por enfermedades como la rabia, la catalepsia etcétera pueden haber originado asimismo leyendas de aparecidos, revenants, vampiros y no muertos en personas predispuestas por prejuicios cognitivos y tradiciones culturales propicias identificadas por lo general con el fenómeno de la superstición. Por otro lado, partes del cuerpo humano desaparecidas, amputadas o cercenadas pueden ser percibidas por el cerebro
como miembros-fantasma; pudiera ser que esta forma de percepción
pudiera extenderse de forma más elaborada a los recuerdos de personas,
con lo que los fantasmas serían generados por el cerebro no consciente.
Para los espiritistas, un fantasma también podría ser un espíritu
atrapado en nuestro mundo por medio de invocaciones, brujería o promesas
(almas en pena).
Fuente: Wikipedia
Fuente: Wikipedia
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