Sitchin interpretó las traducciones en lenguas modernas de los textos
escritos en varias tablillas de arcilla que se encuentran en distintos
museos del mundo. Según esta interpretación, habría que hablar de una
nueva versión de la creación humana, según la cual seres extraterrestres
serían los responsables del inicio y la evolución de la especie humana
(mediante intervención con ingeniería genética).
Estas interpretaciones han sido desacreditadas por expertos en lenguas
antiguas. Así, el experto en lenguas antiguas Michael S. Heiser ha
encontrado multitud de errores e inexactitudes en las traducciones de
Sitchin, mientras que el profesor Ronald H. Fritze, en su libro Conocimiento inventado: Falsa Historia, Falsa Ciencia y Pseudoreligión,
menciona como ejemplo de falsificación histórica la afirmación de
Stichin de que el signo sumerio Din-Gir significa "los puros de los
cohetes humeantes", añadiendo que la asignación de significados a
palabras antiguas por parte de Sitchin es tendenciosa y frecuentemente
forzada
Fritze también critica la metodología de Sitchin, asegurando que
"cuando los críticos han comprobado las referencias de Sitchin, han
encontrado este cita frecuentemente fuera de contexto, o trunca sus
citas para distorsionar la evidencia y probar sus afirmaciones. La
evidencia es presentada de forma selectiva y toda evidencia
contradictoria es eliminada".
Fue autor de las «Crónicas de la Tierra», una serie de 7 libros en los que expuso el resultado de sus investigaciones: El 12.º planeta
(presentado en 1976) fue el primero de ellos. Además de estos
ejemplares, 7 volúmenes más acompañan a la serie, añadiendo estudios
recientes, descubrimientos y exposiciones nuevas acerca de sus teorías.
Sus reinterpretaciones provocaron muy diversas reacciones. Según su
reinterpretación de las traducciones realizadas por los expertos en
lenguas sumerias, acadias y asirio-babilónicas, existe en el Sistema Solar un planeta llamado Nibiru
que se acerca cada 3600 años, provocando cambios positivos o
catástrofes. El tamaño y la órbita con la cual Nibiru ("Planeta del
Cruce" traducido) ingresa a nuestro Sistema Solar (a favor de las agujas
del reloj, contrario al resto de planetas), serían los causantes de
tales eventos.
Según las teorías de Sitchin basadas en sus reinterpretaciones y en
lo que cree que debe leerse en los escritos sumerios sobre el origen del
planeta Tierra, Nibiru (Marduk para los Babilonios) fue capturado por la órbita de Neptuno
(EA). Ingresó en nuestro Sistema Solar contrariamente al sentido en el
cual giran los demás planetas (en contra de las agujas del reloj) y
varios de los satélites del "planeta intruso" impactaron con la Tierra (Tiamat)
partiéndola en dos, y desplazándola de su órbita natural. Con el
tiempo, nuestro planeta, iría adquiriendo la forma como lo conocemos hoy
día, y los restos de la colisión serían el Cinturón de Asteroides.
Según dice Sitchin, en los textos sumerios se hablaría de una raza extraterrestre (los Anunnaki), que habrían creado a los humanos para que trabajaran como esclavos en sus minas de África (y en otros lugares de la tierra como América del Sur y Mesoamérica), con el fin de obtener minerales y metales, principalmente oro. Pero lo cierto es que ni siquiera existe el término Anunnaki
en todo el léxico sumerio y asirio-babilónico. Es una viejo error de
lectura de los primeros estudiosos de tales lenguas que hace ya muchas
décadas, incluso antes de Sitchin empezar a escribir sus libros, que ya
había sido descubierto y corregido.
Según su reinterpretación, los de "cabeza negra" de Sumeria fueron creados por esos seres, al mezclar las esencias de vida del hombre/mujer simio y los Anunnaki. El proceso consistía en «fijar» sobre la criatura ya existente la «imagen» (la composición genética, interna) de los Anunnaki;
es decir, implementar mejoras en el hombre/mujer simio mediante
manipulación genética y, adelantándose así a los acontecimientos
evolutivos, darle vida al «hombre», al Homo Sapiens. El término cabezas negras es el autónimo
que los sumerios utilizaban para referirse a ellos mismos. Se veían así
mismos como esclavos al servicio de los dioses, que los habrían creado
para que trabajaran para ellos.
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