Carl von Cosel el Necrófilo.



En 1927, con 50 años, Carl von Cosel abandona a su familia en su Dresden natal (Alemania) y emigra hacia Key West, Florida. Pronto encuentra trabajo como radiólogo y patólogo en el Hospital de la Marina. Tras sólo atender hombres, en abril de 1930 recibe una grata sorpresa: la visita de una nueva y bella paciente.
Elena Milagro de Hoyos era una bella y joven modelo cubano-americana hija de un comerciante de tabaco, y establecida en Florida con sus padres y dos hermanas. La tuberculosis que diezmó a casi toda su familia atacó a Elena en esa primavera.

A partir de este momento Von Cosel construyó una obsesión. Camino de la seducción entregó su lucidez a cambio de extraños obsequios y pócimas mágicas que buscaban la milagrosa curación de su amada. Gastó un dineral en una bobina de Tesla con la que inducir descargas curativas a Elena. Lamentablemente ni su seducción ni su tratamiento dieron resultados efectivos.

El 25 de Octubre de 1931 Elena Hoyos murió en casa de sus padres a los 22 años. Carl vivió sus últimos días junto a su lecho, colmando de vanos cuidados y atenciones.

El desenlace, devastador, dejó solo y demente a Von Cosel. Convenció a la familia para pagar el entierro y construir un enorme mausoleo. El panteón marmóreo fue diseñado por el propio Carl. Según él, tras algunas noches de “conversaciones”, ella le suplicó la puesta en libertad de su “prisión” para que pudieran estar juntos.

Durante los siguientes siete años, Von Cosel hizo todo lo humanamente posible por mantener a su amada cerca de él; en cuerpo y alma. Unió los huesos con alambres de piano y ganchos de perchas. Tras vaciar en terracotas, al modo egipcio, sus órganos deshidratados; rellenó su figura casi vacía con trapos empapados en líquido embalsamador y canela china, abultando su espalda a una forma más natural. Pieza por pieza, fue fortaleciendo su piel con tramos de cera y seda, construyendo una máscara de su cara que le servía de molde. Trataba regularmente su piel con lociones, pociones y electroterapia mediante la potente bobina de Tesla. Sustituyó su podredumbre con ojos de vidrio, y fabricó una peluca con los cabellos que perdió durante tanto tiempo. La vistió con un traje de boda, velo blanco de encaje, diadema y unas alianzas y , tras perfumarla a diario con aceites, la dormía en su cama.

Nana, la hermana de Elena, odiada por Carl por ser mala copia física y mostrarle siempre una evidente hostilidad, se propuso investigar los chismes vecinales. Una noche espió a Carl y lo observó en su ritual de mantenimiento; espantada acudió rauda a denunciar a su falso cuñado ante las autoridades. Von Cosel fue detenido por profanación y encerrado a la espera de juicio. Los medios de comunicación dieron a conocer tan impresionante noticia.

Muchos empatizaron con el radiólogo, creyendo que lo que había hecho era maravillosamente romántico. Dos admiradores pagaron la fianza de 1.000 dólares y Von Cosel esperó en su casa la llegada del juicio.
Desafortunadamente para Nana, el delito de Carl había prescrito. El autoproclamado conde fue pronto puesto en libertad e irónicamente declarado cuerdo sin pena alguna.

El amor de Carl hacia Elena fue interminable. El 3 de julio de 1952 Carl fue encontrado muerto abrazado a una efigie de cera de tamaño natural de su amada. Algunos investigadores señalan que utilizó la máscara mortuoria de mantenimiento, fabricada en su día, para realizar la copia. Tom Swicegood, sin embargo, cita a los segundos enterradores como cómplices en el intercambio y entrega del verdadero cuerpo.

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